miércoles, 26 de agosto de 2015

LAS NUEVAS FORMAS DE TRABAJO, LASTRE CERO

Según Ismael Quintanilla, transitamos hacia un nuevo concepto de las organizaciones, en las que organizaciones, productos, empleados, tareas, servicios, consumidores, usos y satisfacciones constituyen una misma realidad de análisis, es decir, una red.
Estas interacciones se pueden observar con facilidad en una sociedad de consumidores, donde la oferta y la demanda establecen las reglas a seguir para afrontar la lógica de los mercados. El mercado es el lugar donde confluyen las demandas y las ofertas de empleo, los ciudadanos que buscan empleo lo saben y se afanan en proporcionar un producto lo más atractivo posible para aumentar el valor de lo que desean vender. El producto que ponen a la vente en el mercado laboral no es otra cosa que ellos mismos.
Zygmunt Bauman (2007) es el principal valedor de esta línea de pensamiento, desde la que sostiene que el reconocimiento social y económico se logra adaptándose a las nuevas formas de contratación en las que los potenciales trabajadores deben transformarse en productos capaces de atraer la atención, captar clientes y generar la mayor demanda posible. Sobre las consecuencias de tal razonamiento se pueden destacar dos aspectos:
-          Los buscadores de empleo deben tener buena presencia física, estar preparados para las tareas que tendrán que realiza, presentar un aspecto saludable, ser disciplinados y estar dispuestos a trabajar sin apenas reivindicaciones.
-          La responsabilidad de encontrar trabajo recae directamente sobre el promotor-vendedor, es decir sobre aquel o aquella que necesitan un empleo.
En 1997, A.R. Hoschild se refirió a un nuevo término, lastre cero, para referirse a los empleados que sin importar los incentivos económicos cambiaban de empleo con total facilidad. En la actualidad se ha convertido en sinónimo de “sin compromisos y obligaciones”. El empleado ideal sería una persona que no tenga lazos, compromisos ni ataduras emocionales preexistentes y que además las rehúya a futuro. Una persona dispuesta a aceptar cualquier tarea y preparada para reajustar y reenfocar instantáneamente sus inclinaciones, abrazar nuevas prioridades y abandonar las ya adquiridas lo antes posible. Una persona acostumbrada a un entorno en el que “acostumbrarse” no es deseable y por lo tanto es imprudente. Finalmente, una persona que deje la empresa cuando ya no se la necesita, sin queja ni litigio. Una persona, en definitiva, para quien las expectativas a largo plazo, las carreras consolidadas y previsibles y toda otra forma de estabilidad resulten todavía más desagradables y atemorizantes que la ausencia de ellas.

Bibliografía:

Quintanilla, I (2013) Psicología social del trabajo. Madrid. Ediciones Pirámide
Bauman, Z (2007) Vida de consumo. Consuming Life. México. Fondo de cultura de Económica



Aida,V.